DESDE PEÑA MALA |
Si me preguntan de donde soy , respondo sin
dudar de Murias. Pero sólo que me suba a Peña Mala, ya soy también
de Montrondo , no digamos si me subo al Tambarón.
Mis primeros recuerdos de Montrondo van
unidos a mis abuelos Domingo y Josefa, con su deambular frenético de Murias a
Montrondo, eso sí ,uno a lomos de un burro y otra con su ágiles piernas.
Recuerdos de aquel camino viejo, de piedra y barro, por el paso de la Peña de Dios, por las saltaderas,
por el ” el Bao “, por los leñeiros en calles y
corrales , por rebaños de ovejas y vacas, por las gallinas por las calles.
Recuerdos de la comida de “corpus”, de aquellas gentes como Miguel que cortaba
el pelo, sentado a la puerta de casa, de Nieves que recogía “moñicas” por las
calles, de la cantina del pueblo , de los niños en la escuela. Tiempos pretéritos
que ya muchos ignoran por completo.
Vienen a mi mente aquellos relatos que nuestros
abuelos nos contaban, la tan divulgada y reinventada leyenda de la laguna, otra
ignorada de una gran culebra que decían se escondía en la Mina de Marcelo, la muerte de dos hermanos
que se tiraron resbalando por la nieve desde” las calenturas” y claro se
mataron, el tétrico Pozo Negro, siempre las leyendas de los lobos y junto a
ellos la de un famoso perro mastín cuyo nombre no recuerdo , el refugio de la sotambana
de la Peñona y como no la mítica fuente del Cuadro.
Si
estoy en Montrondo, me siento bien, me encuentro con los míos, con mi
clan , con esa sensación de que todo te
retiene allí. Cuando tengo un rato libre siempre lo mismo “ voy a dar una vuelta camino de
Montrondo” . Montrondo origen y destino.
Cuando camino por sus roderas agonizantes, por sus senderos ya muertos, cuando
veo sus prados baldíos, sus tierras ya bosques , percibo la muerte de un pueblo
y pienso que yo con mi deambular por estos lugares contribuyo en cierta forma a
sujetar su declive, febril ilusión.
Montrondo además , junto a Fasgar y
Villabandín son para mí, la puerta a
los caminos sin fin , a los bosques reductos de nuestras especies animales y vegetales más valiosas, a
las cimas más altas, aquellas que eran los límites de un mundo de niño. Es en
estos entornos donde los sentidos se agudizan para percibir esos olores
profundos y a veces sutiles, donde
tenemos toda la gama de colores, pasando del blanco de la nieve, al negro
profundo de las oquedades, donde los aparentes silencios nos amplifican sonidos
que de otra manera serían imperceptibles. Por estos parajes y en algunos otros,
percibo sensaciones intensas, variadas y
contradictorias, me parece entrar en una catedral donde hablar alto es pecado y
sin embargo otras me dan ganas de gritar. A veces quiero correr, saltar y otras
simplemente descansar tumbado y
respirar. Es algo raro, yo creo que es felicidad.
He optado por esta óptica intimista , por no redundar en otros aspectos de sobra
conocidos y divulgados como son su orografía, sus valores medioambientales, su
retablo, sus topónimos, sus fiestas, sus rutas etc. Quizás explicitar que, en el pueblo existieron dos capillas, una de
ellas en El Otero, por debajo de la fuente, de hecho se conoce a esa calle con
ese nombre y la otra muy reconocible a la cimera del campo, lo que fue la casa y
pajar de Ovidio. Me llama la atención el hecho que en muchos pueblos estas ermitas
se encuentras situadas a la salida de los pueblos en dirección oeste, como es
el caso, y en Murias, Fasgar, Posada
etc. No sé el motivo.
Reseñar que por algunos testimonios recogidos
las casas más antiguas de Montrondo se habrían construido en El Barrio,
situación que parece adecuada para asegurarse los rayos de sol en el largo
invierno.
Qué bien expresado! Transmites perfectamente las sensaciones y los sentimientos intensos que muchos tenemos al pensar en el pueblín. Gracias.
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